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El 25 de julio de 1999 fue el día en que murió la música de los 90. Un domingo amargo y atroz que siempre hemos querido olvidar. Sucedió en una ex base militar en Rome, New York. Fue el último día del Woodstock 99, que celebraría con alegría el trigésimo aniversario de los tres días de paz y amor, el festival original de Woodstock, el más maravilloso de los eventos musicales al aire libre de todos los tiempos y que marcaría el final de una era dorada, la de la contracultura, la de los 'Hijos de las Flores', los Hippies.
Pero todo salió mal. El domingo 25 de julio vándalos blancos de clase media alta, jóvenes enojados y furiosos (no se sabe exactamente el origen de su rabia) arrasaron con el festival; incendiando, saqueando, violando mujeres y echando a la basura a su propia generación, la X, que estaba lista; en la incertidumbre tecnológica y el temor de presagios y vaticinios hechiceros, a pasar a un nuevo milenio.
Este mes HBO ha estrenado, para conocer finalmente este fastidio que nos ha embargado en estas dos últimas décadas "Woodstock 99: Peace, Love, and Rage", un documental impactante que retrata todo lo que pasó durante los tres días del evento, especialmente lo sucedido el ultimo día, ese "black sunday".
Absolutamente todo estuvo mal planeado. Los promotores solo pensaron en su propia ambición. La más insultante: ganar dinero por sobre todas las cosas. No les importaba nada más. Los astros de todas maneras no estaban alineados ni dispuestos. Desde la venta de botellas de agua a cuatro dólares, hasta los miles de chicas inocentes en topless que llevadas por la emoción y el respeto que creían iban a tener de parte de los machos, fueron objeto, sin justificación alguna, de abusos misóginos, manoseos, burlas y violaciones. Todo fue violencia. Violencia hacia la mujer, violencia homofóbica y hasta racial. Todo estaba echado a la suerte: Antecedentes sociales, condiciones malignas, circunstancias adversas, todo jugó en contra. Y la rabia, esa rabia que por encima de todo se erigió como la principal causa del desastre se pasaría. Woodstock 99 pasó del progresismo a la agresividad. Del esperanzador 'grunge' de Nirvana al agresivo 'nu metal' de Limp Bizkit y KORN.
MTV también fue culpable en parte por no oler las palpables predicciones que estaban en el aire. Frente a aquella multitud de 'rockeros' que no querían saber nada de la transformación y nueva programación del canal (Backstreet Boys, Britnet Spears) y que sentían que estaban siendo traicionados y abandonados, MTV se equivocó. No entendió el público objetivo del festival.
Los asistentes al festival no eran chicos de colegio, eran hijos de los 'baby boomers' que estaban poseídos y extraviados por su propio ímpetu y furia. Esta horda de fans de Woodstock quería velocidad, rock duro, no canciones de amor de N Synch o Cristina Aguilera (A Alanis Morissette, calmada rockera, la destrozaron en el escenario. ¿Que se podía esperar entonces?).
El calor era insoportable y duró tres días. El domingo ya todos los fans estaban hastiados, cansados, borrachos o drogados. La rabia explotó al atardecer. Y poco ayudaba el ambiente social en Estados Unidos. No podía ser peor: Estaba latente el temor del Y2K, había sucedido recientemente la masacre de Columbine, malignamente estaban en auge la Trench Coat Mafia, jóvenes racistas que odiaban la humanidad y amaban los videos games en internet, y ardía el escándalo Clinton/Lewinski. Todo esto se sumaba macabramente a la falta de agua en el festival, los daños en los baños y duchas, el olor a excremento y orina humana por todo el lugar como si fuera un campo de concentración, la basura, la suciedad, la desidia de la 'peace patrol' (empleados inexpertos de seguridad), alcohol y drogas por montones, el llamado en vivo de Limp Biskit a acabar con todo, Flea de los RHCP tocando desnudo "Fire" de Jimi Hendrix justo cuando apenas estaban quemando el otro escenario, y la falta de mujeres cantantes que posiblemente podrían haber podido calmar la fiebre energumena (solo fueron invitadas Morissette, Jewell y Sheryl Crow).
El amor y la paz no tenían cabida en Woostock 99. Todo estaba predestinado al cataclismo. Y sucedió. Finalmente, la organización se vio obligada a pedir ayuda a la Policía. Quedaban pocas torres de sonido por echar abajo, todos los 'stands' y cajeros fueron vandalizados, las rejas y muros divisorios ardieron en fuego, autos quemados, toda la infraestructura del festival fue destruida. Uno de los hombres que ayudaron en la evaluación de los daños y que había estado ayudando a las víctimas del huracán Andrew confesó que Woodstock 99 era una increíble zona de desastre.
Pero antes, afortunadamente como un destello de luz y esperanza para la música que agonizaba, y que estaba a punto de dejar atrás la década de los 90, sucedió algo fantástico: tres meses después de Woodstock 99, en octubre, se realizó otro festival y este sí, lleno de magia, amor y paz: el Coachella, que se sigue haciendo cada año desde entonces en una armonía aceptable. Coachella ha sido el bálsamo para nuestros recuerdos de esa pesadilla.
Las cifras oficiales de la catástrofe de Rome terminaron en solo 44 arrestos y se denunciaron ocho asaltos, cuatro de los cuales presuntas violaciones (muchas mujeres como pasa en estos casos, no dieron a conocer todas las barbaridades que soportaron durante los tres días).
El Woodstock 50 aniversario estuvo planeado para realizarse en el 2019. El año pasado en plena pandemia se enfrentaron organizadores y patrocinadores para sacarlo adelante, pero hoy por hoy está cancelado definitivamente. Creería que después del infortunio del Woodstock 99, es mejor dejar los hermosos recuerdos del Woodstock 69 tal y como están. Un nuevo desastre acabaría definitivamente con los sueños de hace 50 años, aquellos eternos sueños de paz, amor y música.
Fuente: Carlos Passage