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Durante los años 80 y 90, las listas musicales de América Latina eran prácticamente territorio exclusivo del pop anglosajón. Madonna, Michael Jackson o Bon Jovi no solo lideraban los rankings, sino que moldeaban los gustos de una generación entera. En contraste, los artistas locales luchaban por un espacio marginal en las radios y televisoras, casi como si el éxito solo se midiera desde afuera.
Luego llegó el streaming. Y con él, la promesa (y amenaza) de una cultura musical cada vez más globalizada. Plataformas como Spotify, Apple Music o YouTube ampliaron el alcance de las estrellas internacionales, reforzando la idea de que para triunfar, había que sonar en inglés, en Londres o en Los Ángeles.
Pero entonces, pasó algo inesperado.
El término “glocalización”, popularizado por el analista sueco Will Page en 2023, describe una paradoja poderosa: mientras la tecnología globaliza el acceso a la música, los gustos del público se vuelven cada vez más locales. En otras palabras, escuchamos lo que más se parece a nosotros. Y lo que sentimos más cerca.
La glocalización no es solo una tendencia de mercado, es una declaración de identidad: los artistas cantan en su lengua, hablan de su realidad, usan ritmos autóctonos y conectan con una audiencia que quiere verse reflejada en lo que escucha.
Los números no mienten. Hoy, en países como México, Colombia, Brasil, Argentina o Chile, los artistas más escuchados no son siempre los internacionales, sino voces emergentes y locales que, sin necesidad de sonar en EE.UU. o Europa, llenan estadios, lideran charts de Spotify y generan millones de vistas en YouTube y TikTok.
Plataformas como TikTok, con algoritmos hipersegmentados, y el auge de playlists regionales han potenciado esa conexión. La fórmula es simple: si hablas el idioma del barrio, el barrio te escucha. Y si te escucha, te convierte en fenómeno.
La antigua idea de que “hay que pegar primero afuera para sonar en casa” está quedando obsoleta. La glocalización ha demostrado que se puede vivir —y bien— del mercado propio. Los artistas locales llenan arenas, lanzan merchandising, firman alianzas con marcas y construyen comunidades sólidas que les permiten sostener carreras longevas y rentables.
¿Es necesario traducirse para triunfar? No. De hecho, ser tú mismo, sonar a lo tuyo, está funcionando mejor que nunca.
La glocalización no es una resistencia nostálgica al pop global. Es una evolución natural de la industria. En un mundo híperconectado, el público busca lo auténtico, lo que se siente cercano, lo que lo representa.
La música local no solo ha resistido, sino que ha florecido en este nuevo ecosistema. Y lo ha hecho con fuerza, identidad y, sobre todo, con millones de oyentes que decidieron mirar hacia adentro en vez de hacia afuera.
La música global podrá tener el volumen, pero la música local tiene el corazón.
🗓 ESCRITO POR: Alexandra García Trujillo
📍 FUENTE: Carlos Passage
📅 FECHA: 01 de julio de 2025